Un Café Complicado
-Un mocaccino, un americano con crema, un latte y un frapuccino, por favor.
-Para llevar ¿verdad?- preguntó la chica con una sonrisa pícara.
-Claro que no- contesté.
Creo que fuiste grosero.
-Cierra la boca- murmuré.
-¿Decía algo?- preguntó la chica mirándome confundida.
-No a usted- contesté, ¿por qué hacía preguntas tan estúpidas?
Miró a mí alrededor y sin más se encogió de hombros disponiéndose a despachar mi orden.
No son preguntas estúpidas.
Yo pienso que sí lo fueron, nadie dijo su nombre para que prestara oídos a conversaciones que no le atañen.
Sólo se confundió, no era motivo para que Ronald le contestará así.
-Lo siento si fui mal educado, pero no soporto las intromisiones.
-¿Tiene algún problema?- preguntó la chica volviendo a intervenir en nuestra conversación.
-No linda- la tranquilice, pues creo que se sentía ofendida-, no lo decía por usted.
De nuevo esa mirada extraña en su rostro y con rostro confundido me dio la orden y procedí a ocupar una mesa repartiendo los cafés para mis acompañantes.
Sirven muy buen café aquí.
Sí, estoy de acuerdo, de ahora en adelante tenemos que venir diario.
-Me agradaría más la idea si alguno de ustedes se dignara a pagar la cuenta de vez en cuando.
Hombre, sólo tenías que pedirlo, pásame la cartera y yo pagaré esta vez.
-Sí, eres muy gracioso, por qué no de vez en cuando hablan en serio.
-¿Me hablaba?- preguntó un señor que pasaba cerca de nuestra mesa.
-No caballero- contesté tratando de ser cortés, debido a que Ronald se molestaba si era grosero. El hombre me miró extrañado y se marchó.
Esa sí que fue una pregunta estúpida.
¿Se dan cuenta de que a nuestro alrededor siempre hay entrometidos?, es como si fuéramos un gran imán para esa clase de personas.
-A decir verdad si lo he notado, pero a veces me aburro en casa, y últimamente Ronald la ocupa en su mayoría.
Sé a qué te refieres, fue una suerte que no viniera, siento que a veces hasta lo veo en mi propio reflejo.
Eso es porque pasamos demasiado tiempo con él, deberíamos salir más a menudo sin él.
Deberíamos mudarnos de casa.
-Estoy de acuerdo, un departamento sería una muy buena opción.
Ronald, por favor, di cosas sensatas, bien sabes que no nos dejará marchar.
Ronald tiene razón, sin nosotros Ronald no es nada.
Claro que sí, te aseguro que si lo abandonamos le daría por hablar solo.
-De eso no me cabe duda. Ronald, me pasas la azúcar, por favor.
-Disculpe, ¿me está hablando?- preguntó una joven de la mesa de enfrente.
-No señorita, le hablaba a mi acompañante- contesté secamente.
-Si, claro, al hombre invisible que viene con usted- dijo burlonamente.
¿Pero cuál es su problema?
Uno muy grave, creo que debería ir con un oculista urgentemente.
Tenemos que apresurarnos, Ronald tiene que ir a una conferencia, y si no le recordamos seguro que se le olvida.
Me gustaría que Ronald se comprara una agenda.
-Nunca lo hará, le gusta que estemos tras él, eso lo hace sentirse importante.
Claro, es obvio, aunque a veces se comporte como si fuéramos sólo voces en su cabeza.
No lo tomes tan apecho.
-Yo creo que debería de reconsiderar sus modales, porque les aseguro que otro arrebato como el de hoy en la mañana y definitivamente buscaré otro lugar para vivir.
Creo que es momento de que hablemos con él, en la casa ya no hay más habitaciones, eso ya parece una vecindad
Es cierto, dos noches me vi durmiendo en el sofá porque todas las habitaciones estaban ocupadas.
-Los comprendo, un día tuve que compartir recamara con Ronald, pues en el sofá estaba Ronald, y el muy desconsiderado hablaba en sueños, ¿saben qué pienso?, creo que está enloqueciendo.
Hay que considerar cierta esa teoría, jamás habíamos sido tantos en la casa.
Sigue inventando excusas para que aceptemos a los nuevos.
-Y el nuevo inquilino es una pesadilla, el infeliz se acabó el agua caliente, tuve que bañarme con agua fría.
Y ni qué decir de su comportamiento tan extraño.
No recuerdo su nombre.
-Se llama Ronald, me agrada su nombre, pero él es alguien muy complicado.
Ronald, apresúrate con ese americano, ya tenemos que irnos o no alcanzaremos a Ronald antes de que se le olviden las diapositivas para la junta, creo que no sabe que las dejó en la cocina.
Así que tuve que apresurar mi café, no sin percatarme de que todos nos miraban intensamente, supuse que era porque Ronald no se había rasurado.
2 comentarios:
mmm... Interesante, es asi como te sientes tu?
Jaja, a veces...
Publicar un comentario