Un Café Desconocido
Gaby esperaba que el cambio de escenario la ayudase a decir lo que desde hacía tanto tiempo ocupaba su mente. Por otro lado, Juan iba intimidado de haber escuchado aquella frase tan temida por el género masculino:
“Tenemos que hablar”
Le había dicho Gaby una mañana con tono serio y había salido de la habitación sin esperar una respuesta negativa que Juan tardo en dar.
El lugar era acogedor, y era una fortuna que se encontrara lleno, pues así su conversación sería difícilmente escuchada y es que Gaby tenía tanto qué decir.
La mesa se encontraba casi en el centro, pero no importaba, ahí sólo eran una pareja mas de tantas que llenaban el lugar.
-Americano, por favor- pidió Gaby.
-Descafeinado para mí- pidió Juan.-Es bonito el lugar- comentó.
-Sí, es agradable- convino Gaby.
Trajeron la orden y ambos comenzaron a beber en silencio, Gaby viendo al hombre con que se había casado, aquel del que creía estar enamorada hasta el final, pero que con el paso del tiempo se había convertido en algo sumamente aburrido, muy diferente a lo que ella había conocido, mientras que Juan hacía un análisis rápido de su comportamiento de las últimas semanas tratando de adivinar el punto en el que había fallado, pasando desde el asiento del baño y la pasta de dientes destapada, hasta rompiéndose la cabeza en tratar de encontrar alguna fecha importante olvidada.
-Está muy bueno el café, ¿no te parece?- dijo Gaby mirando el lugar con ojo crítico sin ver a su acompañante.
-Sí, no muchas veces encuentras un lugar con un buen ambiente y que se jacte de servir un buen café.
-¿Por qué lo pediste descafeinado?, Juan- preguntó Gaby sin darle mucha importancia.
-Últimamente lo he tomado así- respondió Juan con tono vano, del mismo modo en que Gaby lo había preguntado-, noto que de esta forma no sufro de tanto estrés.
-Y ¿Por qué no lo habías dicho?- preguntó Gaby poniendo ahora toda su atención en Juan- de haberlo sabido, por las mañanas te lo serviría así.
-Siempre que bajo a la cocina, el café ya está preparado- contestó Juan mirando a la mujer que era su esposa, sorprendiéndose de mantener una conversación que si bien era superficial, también era agradable-, me parecía una grosería pedirlo de otro modo cuando ya lo habías preparado.
Gaby sonrió a Juan como no lo había hecho antes, le agradó que tuviera esas consideraciones para con ella.
-Entonces ¿quieres que de ahora en adelante en la cafetera sólo haya descafeinado?- preguntó Gaby amablemente.
-No- dijo Juan y sonrió al ver el rostro contrariado de Gaby, deslizó su mano por la mesa y tomó la de ella-, en realidad no. Lo que en verdad me gustaría es prepararte el desayuno algunos días. Me encanta cocinar.
-¿De verdad?- preguntó Gaby contrariada. Ambos se miraron sorprendidos de encontrarse casados sin conocerse en verdad.
Gaby se daba cuenta ahora que su esposo podría pasar como un verdadero caballero, y Juan se percataba de que su esposa lo procuraba preocupándose por sus gustos y preferencias.
-Creo que tenemos un serio problema- sentencio Gaby mirando la mano de Juan sobre la suya.
-Uno que podríamos superar ahora que lo conocemos- afirmó Juan acariciando la mejilla de Gaby.
Ambos se miraron a los ojos sabiendo que con el tiempo serían felices, pues no había hecho falta otra cosa para entender el rumbo de sus pensamientos que el solo mirarse las manos entrelazadas.
-¿De qué querías hablar?- preguntó Juan aún temeroso de la respuesta, pero decidido a enmendar algún error cometido por su parte.
-De la forma en que prefieres el café- contestó sonriendo Gaby.
1 comentario:
Algo a la Romeo y Julieta
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