Acabo de leer una entrada en un blog (qué raro), y descubrí que pese a mis limites, una parte de mí (aquella que me muele constantemente) es una miserable masoquista, bastó con sólo leer la frase “alma gemela”, para que su rostro viniera a mi mente, ¿o lo invocara?, ¿cuál es la diferencia?, me pregunto si he pasado un solo día en que no piense en mi demonio favorito… mmm…
Esa frase traté de pasarla por alto, no era para tanto, pero como no aprendo, no deje de leer tentando a la suerte, en la lectura se hizo referencia a una canción y de nuevo aparecieron sus palabras que muy a mi pesar me arrancaron una sonrisa (en el comedor donde las de recursos humanos de por sí me tachan como loca antisocial), Oh Oh, ahí había un gran peligro y lo aparte de inmediato tratando de concentrarme sólo en el presente, y me encuentro escribiendo ahora, ¿Por qué? Además de que la masoquista en mí no dejará de molerme si no lo expreso, considero una historia interesante y deprimente, pero aquí esta.
Era de mañana, no recuerdo la fecha exacta, pero debió ser un fin de semana, mi demonio favorito (y hasta ahora el más cruel y malvado) monopolizaba mi computadora, siempre se despertaba antes que yo (antes SI dormía… cuánto han cambiado las cosas) y programó una lista de reproducción a todo volumen lo que me hubiera molestado, pero Oh sorpresa la canción era mi favorita (Lacrimosa, Das Schweigen), no abrí los ojos dejándome llevar por el piano cuando alguien preguntó: ¿por qué esa canción?, y el respondió sin poder ocultar la emoción y satisfacción en su voz y contestó: “Porque esa le gusta a Karolina”.
Vaya, ya había olvidado que él me llamaba así: Karolina junto con un apellido que era una mezcla de ruso y el cual siempre cambiaba.
Volviendo a lo interesante de esta historia es que a nadie y reitero a NADIE le había dicho que tal canción era mi favorita y sin embargo él lo supo, ¿Cómo?, no tengo la menor idea, pues aunque ambos escuchábamos a Lacrimosa, la lista de reproducción la hacía quien apañara la computadora, y obviamente esta no era la única canción que yo programaba, pero él lo SABÍA.
Lo triste… bueno que nadie aparte de él y hasta ahora que lo escribo, sabrá cuál era mi canción favorita, y ahora no deja de doler ese sencillo hecho, que nadie logrará adivinar a menos que lo pregunte y conozca lo suficiente de música para recordar el nombre.
Hoy es uno de esos días en que siento que me he quedado sin la capacidad de comunicarme con otro ser por medio del habla (porque él muy rara vez leía algo además de tecnología). No importa cuánto tiempo pase, mi demonio favorito estará detrás de mi sin estarlo, y eso duele.
Patético de mi parte esperar que los muertos resuciten, ¿Y qué si llegará a hacerlo?, las heridas, los recuerdos ahí permanecen, los daños no se borran, por eso se llaman muertos, porque no pueden simplemente regresar y lo más triste es que el mío no lo hará aunque muchas veces lo creí inmortal.
Lo detengo aquí, porque tengo límites que no quiero cruzar aunque mi otra Yo haga pucheros.
Esa frase traté de pasarla por alto, no era para tanto, pero como no aprendo, no deje de leer tentando a la suerte, en la lectura se hizo referencia a una canción y de nuevo aparecieron sus palabras que muy a mi pesar me arrancaron una sonrisa (en el comedor donde las de recursos humanos de por sí me tachan como loca antisocial), Oh Oh, ahí había un gran peligro y lo aparte de inmediato tratando de concentrarme sólo en el presente, y me encuentro escribiendo ahora, ¿Por qué? Además de que la masoquista en mí no dejará de molerme si no lo expreso, considero una historia interesante y deprimente, pero aquí esta.
Era de mañana, no recuerdo la fecha exacta, pero debió ser un fin de semana, mi demonio favorito (y hasta ahora el más cruel y malvado) monopolizaba mi computadora, siempre se despertaba antes que yo (antes SI dormía… cuánto han cambiado las cosas) y programó una lista de reproducción a todo volumen lo que me hubiera molestado, pero Oh sorpresa la canción era mi favorita (Lacrimosa, Das Schweigen), no abrí los ojos dejándome llevar por el piano cuando alguien preguntó: ¿por qué esa canción?, y el respondió sin poder ocultar la emoción y satisfacción en su voz y contestó: “Porque esa le gusta a Karolina”.
Vaya, ya había olvidado que él me llamaba así: Karolina junto con un apellido que era una mezcla de ruso y el cual siempre cambiaba.
Volviendo a lo interesante de esta historia es que a nadie y reitero a NADIE le había dicho que tal canción era mi favorita y sin embargo él lo supo, ¿Cómo?, no tengo la menor idea, pues aunque ambos escuchábamos a Lacrimosa, la lista de reproducción la hacía quien apañara la computadora, y obviamente esta no era la única canción que yo programaba, pero él lo SABÍA.
Lo triste… bueno que nadie aparte de él y hasta ahora que lo escribo, sabrá cuál era mi canción favorita, y ahora no deja de doler ese sencillo hecho, que nadie logrará adivinar a menos que lo pregunte y conozca lo suficiente de música para recordar el nombre.
Hoy es uno de esos días en que siento que me he quedado sin la capacidad de comunicarme con otro ser por medio del habla (porque él muy rara vez leía algo además de tecnología). No importa cuánto tiempo pase, mi demonio favorito estará detrás de mi sin estarlo, y eso duele.
Patético de mi parte esperar que los muertos resuciten, ¿Y qué si llegará a hacerlo?, las heridas, los recuerdos ahí permanecen, los daños no se borran, por eso se llaman muertos, porque no pueden simplemente regresar y lo más triste es que el mío no lo hará aunque muchas veces lo creí inmortal.
Lo detengo aquí, porque tengo límites que no quiero cruzar aunque mi otra Yo haga pucheros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario