jueves, mayo 13, 2010

Un Café... VII

Dos Cafés


Támara aún lo recordaba: Alan, el callado e introvertido Alan. Una sola taza de café había bastado para amarlo y una mas para aborrecerlo.

Le hubiera perdonado todo. Pensaba ella, aunque tenía límites bien definidos, límites que Alan, sin conocerlos, había sobrepasado uno por uno, como si siguiera una lista pegada en el refrigerador. Al final, creo que lo hizo a propósito. Concluyó, después de varías noches en que el sueño había huido de ella a causa de Alan.

Y ahí se encontraba, después de un año exacto. ¿Qué es esto?, ¿un aniversario?, se preguntó al entrar a la cafetería, pero se ignoró y pidió su acostumbrado café negro.

Alguien ocupó el lugar a su derecha en la barra, y no necesitó girarse para saber el nombre de su ocupante.

-¿Celebrando algo?- preguntó Alan.

-Nada importante- contestó Támara.

-Te buscaba.

-Y al parecer me encontraste.

-Sabes lo que quiero- dijo Alan sin miramientos y sin rodeos, como era su costumbre.

-Y tú sabes lo que ya no quiero- repuso Támara.

-No quiero olvidarte...

-No lo hagas- interrumpió Támara, pero Alan prosiguió como si ella no hubiese hablado.

-Cada mañana tu rostro ocupaba mi mente, y lo mismo al caer la noche, pero desde hace dos días que ya no pienso en ti.

-Considerate afortunado.

-No pienso de ése modo, como dije no quiero olvidarte; si lo hago me veré forzado a pensar en alguien o algo más, y la verdad es que me gusta pensar en ti.

Ambos se miraron mientras Támara hablaba.

-Alan, lo intentamos y no funcionó. Es que tu y yo somos tan diferentes que en comparación, el agua y el aceite parecen siameses.

-Supongo que tienes razón- concluyó Alan después de un momento- sería una pérdida de tiempo.

Ambos desviaron la vista hacia el frente y al mismo tiempo, tomaron su café, lo bebieron y depositarón la taza sobre la barra, permaneciendo quietos hasta que Támara de levantó.

-Me mudaré por la tarde, pero quiero la repisa de arriba del estante del baño- dijo Támara.

-Bien, llegaré a tiempo para cenar.

Y ambos salieron tomados de la mano.

1 comentario:

Horacio dijo...

Oh, Alan, estarás en el recuerdo de todos nosotros