Y me encuentro olfateando por toda mi oficina...
Pido urgentemente asesoría a un sabueso.
Desde ayer, mientras pensaba en las inmortalidades de los calamares (es que todo mundo piensa en los cangrejos, y Ann me dijo: hay que darle un giro al asunto. Sip, no tenía ingenio ayer) empecé a notar el suave aroma de un perfume que me gusta y hasta ahora no encuentro la bendita fuente.
Quiero olerlo, olfatearlo de cerca, porque de hecho, sólo me llega un leve aroma, pero me gusta.
Sin que nadie notara mi actual comportamiento a lo Grenouille, despejé mis fosas nasales para olfatear sin hacer tanto ruido porque, durante toda la película me daban ganas de que alguien le pasara un pañuelo al asesino para que se sonara la nariz, hacía tanto ruido que yo esperaba que en cualquier momento saliera disparado contra la chica que perseguía ¡Eww!... ¿en qué estaba? Ah sí, el perfume.
Ahora mismo estoy reprimiendo las ganas de ponerme a olfatear minuciosamente todo lo que me rodea, así que trataré de pensar en otra cosa.
Mi trabajo no ayuda. Digo, es genial que me permitan leer libremente, que pueda mecerme en mi silla con el gran riesgo de caerme, porque ando con eso de probar sus límites, ver hasta que grado puedo llegar a inclinarme hacía atrás, con el lógico peligro de irme de espaldas... Puedo imaginarme tirada tratando de levantarme. Me preguntó qué será más fuerte: mis ganas de reírme de mí misma o la pena de haberme caído. Al paso que voy igual y no tardo mucho en descubrirlo.
Media hora después...
No, aún no me he caído, pero ahora tengo una marca roja en la frente.
No se explayen. Me solía dar un zape en la frente en ciertas ocasiones: cuando olvidaba algo, cuando me equivocaba, cuando decía algo indebido o cuando la gente alrededor me exasperaba. Justo acabo de sentir el impulso de volverlo a hacer y sí, mira, ahí está, justo en el centro. Olvidaba que tenía ésa costumbre.
Es como un "ups" sin ése tono fresa y más doloroso. Creo que lo había dejado de hacer por eso. Poseo una piel muy sensible, se me pone roja por cualquier rose. Incluso si me sujetan algo más fuerte puede quedar la mano marcada. Tiffa a veces suele arañarme los brazos sólo para ver sus marcas en ellos.
Recuerdo que las compañeras del CCH hasta solían escribir sus nombres en mis hermosos brazos. No era gracioso, parecía como si tuviera alguna infección sarnosa tratando de comunicarse con el exterior. En definitiva no era gracioso.
Acabo de sentir el zape, y como no veo a alguien más a mí alrededor, pues de seguro fui yo, o mi mano, que para el caso es lo mismo. Ahora surgió de la nada. Creo que es como andar en bici: nunca se olvida. Información guardada en el disco duro que se activa en respuesta a la sorpresa de algo inesperado.
Sí, algo inesperado... o la sospecha de ése algo.
Ah, por cierto, encontré la fuente del aroma; una combinación entre el suavizante de mi ropa, mi perfume y el jabón para las manos con aloe vera... zabila pá los cuates, pues.
Ahora que el gran misterio está resuelto, ahora que Sherlock, House, Brunetti, e incluso Shayne estarían orgullosos de mí me voy a continuar leyendo Harry Potter, a ver si ahora sí Cornelius le cree a Dumbledor, ya que las otras cuatro veces que lo he leído no aprende.
4 comentarios:
Justo que te iba a sugerir alguna mezcla con el olor de algun limpiador de pisos o de ropa (así pasa con algunos inciencos que tengo en mi cuarto [para los mosquitos, me aburre el olor tradiccional de los espantamosquitos] y el suavizador de ropas del vecino o de mi casa)
Yo también tengo la piel sensible y son feas las marcas =Z
saludos
Gracias Guerrero, Por fin encuentro a alguien que sufre lo mismo que yo.
Ya comenzaba a creerme de otro planeta.
Saludos.
*Suspiro* Harry Potter, ja, yo lo amo.
¿Ya descubriste de dónde venía el olor?
También adoro a Harry...
Lo del perfume, lo menciono en el penúltimo párrafo, fue una combinación de varias cosas.
Saludos, Mystique!!!
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