¿De qué estoy hablando?
Todo empezó con el comienzo del noveno mes del año en curso. Pequeños problemitas y cositas no muy agradables comenzaron desde el día uno. Ok, soy tan resistente como los espartanos, aquí no hay 300 pero con tres me basto. Digo, por algo he sobrevivido hasta hoy.
Pero ayer, ayer fue un mal día, un muy mal día. Tan mal que entré en un estado en que no había estado desde hacía más de un año: estado zombie.
Se me había olvidado cómo lidiar en ése estado en que lo único que hago es arrastrarme por la vida, con la mirada pérdida en el infinito, con la cabeza vacía y llena de cosas no agradables, aquel estado en que lo único que quiero es estar tirada en mi cama sin hacer nada, sin moverme. Bella lo describe perfectamente como el estado zombie.
También se me olvido que frente a mi familia suelo llevar una mascara que me permite librarme de tener que responder a preguntas: ¿Qué tienes?, ¿Te sientes mal?, ¿Estás enojada?, ¿Dime qué te pasa?, etc., etc.
No es que no agradezca que se preocupen por mí, pero no me da por hablarlo. Tengo esa costumbre, todo para dentro, nada fuera. Me cierro y huyo, como siempre. Ah, sí, fue exacto lo que hice ayer: Lo vi y huí.
Me metí a mi cuarto esquivando cualquier encuentro cercano con cualquier persona, igual y como me encontraba no me hubiera dado cuenta. Es curioso ése estado: si un rayo hubiera caído frente a mi o sobre mi, ni siquiera lo hubiera notado. El cerebro se desconecta del cuerpo y me alegra tenerlo amaestrado porque de lo contrario no hubiera podido llegar a casa. Así de jodida estaba.
No respondí a mi madre hasta que estuvo frente a mí. Me libre de tener que sentarme a la mesa a cenar con toda la familia y me demoré en la ducha lo más que pude, pero por desgracia mi Sista, desde que es soltera me presta más atención y se lo agradezco, pero olvida que me he vivido solita desde hace mucho (con "vivir solita" me refiero aprendí a enfrentarme a esas circunstancias sola) Así que para cuando salí me puse la máscara de niña feliz y comenté con ella los problemas más fáciles de hablar. Agradezco que su determinación de ayudarme emocionalmente sea tan fácil de eliminar.
Para ayudarme recurrí a entretenerme con lo que fuera para esconder mi estado, pero me di pena el sentir mi voz ajena, a que mis risas parecieran más a un preludio de llanto que de risa y que mis brazos colgaran flácidos a los costados sin vida.
Dormí siete horas seguidas con la gracia de mi mente que grabó a rojo vivo la novela que estoy leyendo y solamente tuve sueños con policías, crímenes y muertos. Nada preocupante. Por lo que se diría que descansé.
Hoy las conexiones entre mi cuerpo y mi mente se reanudaron, pero son débiles. Estoy consciente que si no me mantengo ocupada todo el tiempo, el estado zombie va a volver. Hace una año era un alivio, pero hoy ya no es nada satisfactorio. ¡¡ES SEPTIEMBRE!! Hay festejos previstos y hasta hace tres días, esperados.
El plan es sencillo: Se elimina el tiempo libre para mi. Espero mañana poder huir y encerrarme en una biblioteca rodeada de literatura con todos los gustos a mi disposición, y si creo necesario, también el domingo. Ahora más que nunca me urgen las lecturas autistas.
Si ven que comienzo a comer cadaveres, arrastrar los pies y gruñir mientras camino, por favor un disparo en la cabeza. Con eso será suficiente.
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