miércoles, noviembre 10, 2010

Chicle Rosa

Me pregunto si alguien tiene un centavo para despegarme el chicle que se me ha adherido. Algunas veces pasa desapercibido, otras sientes aquel bordo incomodo que no lástima pero cómo jode.


Creo que el valor del color rosa lo recibe dependiendo de la situación persona o condición con la que se usa. Por ejemplo, los emos usaron el rosa como rastro de su etapa fresa, algo que no puedieron borrar en su vida color de rosa, en su intento de no parecer tan superficiales, que los vieran como persona profundas, sufridas y tristes por..., por..., ¿por su ropa apretada?, no lo sé, ¿quién puede entenderlos? se suicidan sin hacerlo, rechazan a la "sociedad" pero ¡vaya moda que implantaron y propagaron!, al punto de que te cueste un ojo de la cara conseguir zapatos que sean zapatos y no un trozo de cuero sintético que se asemeja a chancla de mujer fodonga con colores extravagantes o ropa que no corte tu circulación sanguínea, pero claro, ellos en verdad que son profundos, en medio de sus reuniones y bailes donde sacan a lucir sus ropas apretadas que no ocultan ni sus lonjas ni sus sintomas de anorexia, o las rodillas chuecas por una mala postura. Como sea, no me quería quejar de ellos, esto es sólo una observación.

Chicle. No se me ocurre otro adjetivo con el cual describir a la tipa que ahora viene a mi oficina cada media hora, porque... bueno, la verdad no tengo ni idea del porqué, uno que yo entienda.

El problema de la mayoría de los entes que se mueven a mi alrededor o a tu alrededor, querido lector, es que siempre tratan de aparentar algo que no son, el tratar de dar esa "buena imagen" para, no sé, ¿ser aceptados? Bueno pues esta tipa en definitiva se equivocó en buscar la aprobación de alguien que no suele dar aprobaciones.

En menos de diez horas de trabajo no conmunicativo conmigo me dice la observadora "Casi no hablas con nadie ¿verdad?" Anonadada por su gran deducción sólo dije: No. Entonces ella añadió en la siguiente media hora:

-Yo tampoco suelo ser muy social, sólo me ocupo de mi trabajo. Si no tengo la necesidad de hablarle a alguien no lo hago. Soy una persona bastante reservada. De seguro nos ven como personas mamonas (¿notaron el plural?, espero que se haya referido a su otro yo y no a mi), pero creo que esta bien guardar las distancias. ¿Ya habías trabajado antes en oficina?

-No- no quise añadir algo más por su gran habilidad de hablar demasiado, igual y mi lenguaje corporal le daba una idea de que no me interesaba su vida. Me equivoqué.

-Yo sí, siempre me he desarrollado como secretaria. pero mi anterior trabajo era de maestra en una primaria...

Desconecte mis oídos y me puse a conjeturar sobre las posibles señales de chica social que pude haber expresado para tener a esta mujer delante de mí. Siempre había sospechado que mi rostro era más como una invitación a tomar la dirección contraria. Al parecer he vivido equivocada durante mucho tiempo.


Después de auto-invitarse a comer en mi oficina la fulana siguió con su relato y con sus preguntas que se basaban principalmente en los chismes de oficina y obviamente no soy consciente de un 90% de ellos, del 10 restante no lo he podido evitar. Hizo la pregunta de novios (Argh, cómo la detesto) y como el 90 % de los entes conjeturó que yo estaba dañada sentimentalmente debido a mi aversión expresada a tal "estado civil", al parecer la gran mayoría le parece imposible que no me parezca atractivo el 90% de perros de dos patas que abundan en esta ciudad, tal vez me he vuelto bastante exigente, o sólo tal vez no saben de la posibilidad de usar el sentido común y cerebro para buscarse una pareja y aceptan lo que abunda en la masa.


Mencionó a Piaget de forma errónea y sacrílega. Tal vez no soy experta en pedagogía pero vaya que se me da el condicionamiento humano y tengo una hermana que estudió tal licenciatura y le ayudaba en un 90% en hacer sus tareas. Como si aquello no fuera suficiente se le ocurrió preguntar:


-Pero cuando vas a la biblioteca vas a echar desmadre ¿no? o ¿sí lees?


Pero qué ignorancia la mía. Yo siempre había tratado a las bibliotecas como recintos culturales, siempre he proclamado un amor a los ejemplares impresos, he valorado el silencio y la tranquilidad que debe habitar aquellos espacios y lo imperdonable: siempre voy a leer.


Ah, pero no piensen mal de la fulana, cuando no puede dormir (sí, desgraciadamente también sé algunos de sus hábitos nocturnos) se la pasa leyendo. Ni siquiera me atreví a preguntarle sus gustos literarios porque más que nada quise evitar oír el típico comentario de "Crepúsculo es mi favorito, y mi escritora favorita es Stephenie Mayer, he leído todo de ella" Mis neuronas no pordrían soportar demasiado.

La mayoría suele pensar que soy una persona sumamente tímida o antisocial. Ambas conclusiones erróneas. Créanme, por su bien no quieren que yo comience a hablar, decir opiniones o crudas realidades.


Entonces... ¿y el centavo?

4 comentarios:

Henry Moody dijo...

Si hubieran mas personas como tu, este seria un mejor mundo y mas tranquilo...desde aqui te envio no un centavo, sino un centimo...

Mar dijo...

Igual sirve Henry Moody... Vaya, Moody...

Gracias por pasar por aquí.

Michell Cerón dijo...

Vamos, aunque no lo admitas, disfrutas de ese análisis exhaustivo a una mente reducida, aunque preferirías ser solo observadora y no parte de la interacción directa, recomendado si quieres alejarla hablarle de cosas de las que sea incapaz de comprender (la gente se asusta de lo que no puede entender), si te pregunta de novios dile que aun no encuentras a un hombre capaz de girar su cabeza 360 grados y que no podrías aceptar salir con alguien por menos de eso, si, tal vez eso genere algunos chismes de oficina, te adjudicarían “locura”, pero así evitaras que se te acerquen ^^, temo que aquí el verdadero problema radica en que padeces de soledad intelectual, al menos en la oficina, no es que no quieres hablar con nadie, solo no quieres hablar con ellos, odiarías verte como un actor asalariado para interpretar ante ellos la comedia de la inteligencia y ante ese escenario es preferible el ostracismo, es claramente preferible compartir la jornada embriagándote en la poesía de Whitman que con la diarrea verbal de la fan de crepúsculo y lamento tomarme ciertas libertades de recreación mental, pero cada vez encuentro tu indiferencia social más adorable y a ti más encantadora

Disfruta del fin de semana

Mar dijo...

En algo tenemos que ocuparnos ¿no?

Me encantó tu centavo, bastante efectivo. La soledad intelectual se va los fines de semana, lástima que éste fin lo pase dentro de la oficina.

Saludos, Zadig.