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No

Hugo Filkenstein

No es no y hay una sola manera de decirlo: No.

Sin admiración. ni interrogantes, ni puntos suspensivos.

No se dice de una sola manera.

Es corto, rápido, monocorde, sobrio, escueto.

No.

Se dice una sola vez: No.

Con la misma entonación: No.

Como un disco rayado: No.

Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín, no es No.

Un No que necesita explicaciones y justificaciones no es No.

No tiene la brevedad de un segundo.

Es un no, para que el otro porque ya fue para uno mismo.

No es No, aquí y muy lejos de aquí.

No no deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas, ni puede dejar de ser No, aunque el otro y el mundo se pongan patas para arriba.

No es el último acto de dignidad.

No es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes. No no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja ni gritando, ni con la cabeza gacha ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos, ni con pena y menos con satisfacción.

No es No, porque No.

Cuando el No es No, se mira a los ojos y el No se descuelga naturalmente de los labios.

La voz del No no es trémula ni vacilante, ni agresiva, no deja duda alguna.

Ese No no es una negación del pasado, es una corrección del futuro.

Y sólo quien puede decir No puede decir Sí.

¿Cuantas formas de decir no existen en este idioma?

Al parecer yo no conozco las suficientes, y aunque soy consciente del daño cerebral en Mr. Collins, la situación con él ya dejó de ser entretenida o interesante y ha comenzado a ponerse algo desesperante, además de que no soy una persona que se especialice en eso de la paciencia.


Como sea, ahora sólo quiero concentrarme en pedir puente para este dos de noviembre. Espero que haya tequila, comida, tequila y comida. Mmm, siento que se me olvida algo... ¿Quizá tequila o comida?


Va a estar movido. Eso espero.


Hasta aquí que ahora sí quiero concentrarme en escribir. 


PD. No es por burlarme, pero Miami perdió. Buen partido, la verdad.