Mi mente está llena de hubiera, cada uno acompañado con su respectivo peso desagradable en la boca del estomago, como si cada "hubiera" liberará una dosis de miedo y culpa, arrepentimiento y dolor.
Cuando logro tomar un poco de control sobre los "hubiera" una voz repite una y otra vez la orden "¡cállate, cállate!" en tono urgente demandandome a llevar mis pensamientos en otra dirección, pero es que no puedo dejar de pensar: "hubiera hecho más, lo hubiera hecho antes, te hubiera preguntado, hubiera exigido, te hubiera cuidado mejor, te hubiera internado, te hubiera comenzado a dar respiración boca a boca antes, te hubiera preguntado más detalladamente tus síntomas, no me hubiera conformado, me hubiera informado más, hubiera llamado a alguien más, me hubiera quedado contigo esa última noche para así haber tomado más conciencia de lo que te aquejaba, hubiera..."
Y después, justo un mili segundo después alucino que tal vez si hubiera hecho aunque sea alguno de estos hubiera tu seguirías aquí, recuperándote de lo que hubiera sido sólo un horrible susto y es entonces cuando aquella horrible pesadez invade mi estómago y me grito a mí misma ¡Cállate, cállate! y me obligo a sacar mi cabeza de estos tormentosos pensamientos que lo único que hacen es llevarme a la oscuridad.
Aún me dan bajones, aún me da un miedo pensar que todo aquello en verdad pasó. Trato de alucinar que todo eso que viví no fue para así no tumbarme en la oscuridad que amenaza mis días desde que te fuiste... o dejé que te fueras.
Perdóname, Ley.
Qué insuficientes palabras pero no se me ocurren otras, no pienso en otras. Ojalá estuvieras aquí para calmarme un poco, ojalá que simplemente estuvieras aquí y punto.
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