Cada día es volver a hacer el esfuerzo de mantener las piezas juntas.
Hoy te soñé.
Estábamos estudiando, en algún tipo de universidad con dormitorios muy compactos. No pude ver tu rostro pero eras tu y platicábamos como siempre lo hemos hecho. Lo hacíamos. Estábamos contentas.
La mami dice que eso es bueno, que estuvieras contenta en el sueño. Para mí fue un golpe muy duro porque el sueño no duró más que apenas un suspiro y después tuve que despertar a una realidad donde te volví a perder por ese estúpido sueño. Otra vez ya no estabas conmigo. Otra vez todo el esfuerzo de ayer se fue al carajo y caí un poquito más profundo.
Aún no me cabe en la cabeza que entre tu y yo hay un NUNCA. Aún no digiero la idea de que no voy a volver a verte o a hablar contigo, apenas la pienso y ya no puedo respirar.
¿Cómo le hacen las personas para superar este tipo de pérdidas? Porque lo he visto. Muchos lo logran, pero ¿cómo le hacen?
Castielito de nuevo está en tu ropero. Yue, tu niña, ayer te buscaba en tu cuarto y miraba tu cama muy insistentemente, ¿cómo le digo que ya no vas a volver a cargarla ni cantarle ni darle besos hasta que se enoje?
¿Cómo me digo a mí misma que ya no hablarás conmigo?
¿Cómo voy a poder vivir sin ti? Eres mi otra mitad, aún ausente sigues siendo una mitad faltante. No sabes cuánto deseo que los papeles se inviertan, siento que te tocó la parte fácil. Quisiera cambiar de lugar, al fin y al cabo a esto que estoy haciendo no puede llamársele vivir, duele demasiado. De las dos siempre creí que tu tenías más posibilidades de una vida feliz que yo. Tu merecías más quedarte aquí que yo.
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