jueves, enero 30, 2014

Momo

No tengo trabajo.

Pero me refiero al "tengo trabajo pero no tengo trabajo", no es tan malo es, de hecho, la parte buena de tener trabajo sin tenerlo, es decir que tengo tiempo libre y no es porque lo ahorre, es la lotería de los hombres grises. Estoy desvariando.

Acabo de terminar Momo de Ende, lindo cuento largo, es bello e inocente, sumamente intrigante al igual que obsesivo. La obsesión viene de mi parte, claro está.

Y ahí me encontraba yo tratando de entender los enigmas de Casiopea -lindo nombre para una tortuga- y entrar en las realidades alternas que el Dr Emmet Brown nos había advertido años atrás, después sin querer fumaba.

Me gusta Momo, creo que de haber tomado la píldora azul cuando Morpheo me la ofreció yo misma podría haber sido Momo, creo que en un momento, hace muchos años lo era.

En ese caso hubiera estado tirada viendo el cielo con Casiopea a mi lado expulsando aros de humo como Bilbo lo hubiera hecho disfrutando del momento perfecto. Derrochando segundos sin miramientos porque ahorrarlos ya no tiene sentido.

Creo que eso fue lo que hice aquella noche, detuve la lectura y puse a Vivaldi a todo volumen mientras tranquilamente absorbía la vida de mi cigarrillo, sin importar el movimiento ininterrumpido del segundero, si pasaba o se detenía el tiempo en ese momento no importaba, ese momento fue perfecto.

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