Hace unas semanas...
Me estoy empezando a acostumbrar a esta ciudad de constantes temblores. El
movimiento lento que confunde mi mente y me hace pensar que de una manera soy
tan disfuncional que me mareo sentada en un sofá de la biblioteca no es tan
malo. ¡Caray, ¿Soy especial o qué?!
Luego viene la mirada entre pánico e incredulidad del hombre de edad mayor
frente a mi que de seguro pensaba exactamente lo mismo que yo ¿Tenía yo esa
expresión en el rostro?
Después el policía comienza a anunciar que nos peguemos a las paredes como
viles cucarachas. Sean Connery deja su silla y se levanta ágilmente con la duda
en su rostro entre entrar en pánico y correr o guardar la compostura. Desde
luego me voltea a ver. No hay nada como una segunda opinión para tomar la
opción correcta ¡Ah! Pero lo que ve en mí es su tercera opción: hacerla de
caballero con capa y espada. Creo que de haber tenido tiempo hasta jala con el
corcel dado que me mantuve inmóvil en mi gran sillón. Lo mire acercarse de
reojo esperando que el libro me cubriera de la vista de Sean Connery. Bueno,
estaba temblando era lógico que mi mente no entendiera de dimensiones.
¡Qué rayos! Total, me levanté, o por lo menos lo intenté, esperaba con
elegancia y agilidad que la juventud me permitiera, pero vaya si soy ingenua,
¡por Dios, estoy hablando de mí! Solo yo podía, en un movimiento, enredarme con
el cable de los audífonos, levantar mis cuadernos y arrojar los bolígrafos tras
el sofá, todo lo anterior sin lograr ponerme sobre mis pies.
Segundo intento. No mejor que el primero: decido que tal vez, y sólo tal
vez no es necesario llevar todas mis cosas, después de todo solo iría a unos
cuantos pasos de distancia así que dejo todo a un lado para tener mis manos
libres e intento de nuevo ponerme sobre mis pies… Strike two!
El cable de los audífonos me detiene porque sigue conectado al celular que
quedó enterrado por libretas y libros, regreso a mi posición original con un
poco menos de gracia. Sean Connery decide que soy un caso perdido y me abandona
para colocarse pegado a la pared y salvar el resto de vida que le queda.
Tercer intento: Jalo el cable para liberar el celular pero hago un alboroto
como si luchara agresivamente contra las cosas para recuperar mi móvil y ya sin
preocuparme por conservar el estilo me coloco a un lado de Sean Connery.
Cuando el movimiento telúrico terminó decidieron que era mejor desalojarnos
para comprobar la estructura. Recogí mis cosas, recuperé mis bolígrafos y me
dirigí a los jardines.