¿Recuerdas la primer vez que sentiste la necesidad de
escaparte?
No sé si fue la primera vez, pero recuerdo una.
Respiraba con dificultad. Mis
pulmones tenían aire, solo eso. Al mirarme al espejo no pude encontrar una sola
característica diferente al mar de caras que pululan en el metro. Me dio miedo.
No me encontraba en ningún lado y lo único que mis ojos podían ver era
material.
Hacía calor. El hedor de la
ciudad era intoxicante. Mis manos comenzaron a quemarse. En algún lugar en mi
interior agonizaba. Era totalmente desesperante.
Podía sentir como, minuto a
minuto, me convertía el alguien común. Me convertía en uno más.
¿Cómo superaste ese episodio?
Bueno, la casa era chica, no
servía mucho de ayuda.
Con manos temblorosas y apenas
pudiendo contener el miedo busqué mis audífonos, el reproductor y salí al patio
en el cual encontré una hermosa tarde de septiembre. El viento soplaba tibio y
agradable. Había un pino enorme en la casa de a lado que se movía con el aire y
susurraba en un idioma que me encanta.
Comencé a respirar profundamente.
He aprendido que no importa el tamaño de la empresa que planees empezar, lo
primero que se tiene que hacer en esta vida es respirar. Suspiré y llené mis
pulmones de ese aire que contenía los susurros del pino.
No fue suficiente. Entonces sonó
está canción:
Una lágrima resbaló. De esas
lágrimas que sin saber de dónde provienen o en qué momento se originaron,
aparecen de la nada, como una presa cediendo ante el peso de todo. Entonces
volví a sentirme, solo en ese momento pude escaparme.
Muy bien, la sesión ha finalizado.