viernes, abril 30, 2010

Un café... VI

Un Café Complicado
-Un mocaccino, un americano con crema, un latte y un frapuccino, por favor.

-Para llevar ¿verdad?- preguntó la chica con una sonrisa pícara.

-Claro que no- contesté.

Creo que fuiste grosero.

-Cierra la boca- murmuré.

-¿Decía algo?- preguntó la chica mirándome confundida.

-No a usted- contesté, ¿por qué hacía preguntas tan estúpidas?

Miró a mí alrededor y sin más se encogió de hombros disponiéndose a despachar mi orden.

No son preguntas estúpidas.

Yo pienso que sí lo fueron, nadie dijo su nombre para que prestara oídos a conversaciones que no le atañen.

Sólo se confundió, no era motivo para que Ronald le contestará así.

-Lo siento si fui mal educado, pero no soporto las intromisiones.

-¿Tiene algún problema?- preguntó la chica volviendo a intervenir en nuestra conversación.

-No linda- la tranquilice, pues creo que se sentía ofendida-, no lo decía por usted.

De nuevo esa mirada extraña en su rostro y con rostro confundido me dio la orden y procedí a ocupar una mesa repartiendo los cafés para mis acompañantes.

Sirven muy buen café aquí.

Sí, estoy de acuerdo, de ahora en adelante tenemos que venir diario.

-Me agradaría más la idea si alguno de ustedes se dignara a pagar la cuenta de vez en cuando.

Hombre, sólo tenías que pedirlo, pásame la cartera y yo pagaré esta vez.

-Sí, eres muy gracioso, por qué no de vez en cuando hablan en serio.

-¿Me hablaba?- preguntó un señor que pasaba cerca de nuestra mesa.

-No caballero- contesté tratando de ser cortés, debido a que Ronald se molestaba si era grosero. El hombre me miró extrañado y se marchó.

Esa sí que fue una pregunta estúpida.

¿Se dan cuenta de que a nuestro alrededor siempre hay entrometidos?, es como si fuéramos un gran imán para esa clase de personas.

-A decir verdad si lo he notado, pero a veces me aburro en casa, y últimamente Ronald la ocupa en su mayoría.

Sé a qué te refieres, fue una suerte que no viniera, siento que a veces hasta lo veo en mi propio reflejo.

Eso es porque pasamos demasiado tiempo con él, deberíamos salir más a menudo sin él.

Deberíamos mudarnos de casa.

-Estoy de acuerdo, un departamento sería una muy buena opción.

Ronald, por favor, di cosas sensatas, bien sabes que no nos dejará marchar.

Ronald tiene razón, sin nosotros Ronald no es nada.

Claro que sí, te aseguro que si lo abandonamos le daría por hablar solo.

-De eso no me cabe duda. Ronald, me pasas la azúcar, por favor.

-Disculpe, ¿me está hablando?- preguntó una joven de la mesa de enfrente.

-No señorita, le hablaba a mi acompañante- contesté secamente.

-Si, claro, al hombre invisible que viene con usted- dijo burlonamente.

¿Pero cuál es su problema?

Uno muy grave, creo que debería ir con un oculista urgentemente.

Tenemos que apresurarnos, Ronald tiene que ir a una conferencia, y si no le recordamos seguro que se le olvida.

Me gustaría que Ronald se comprara una agenda.

-Nunca lo hará, le gusta que estemos tras él, eso lo hace sentirse importante.

Claro, es obvio, aunque a veces se comporte como si fuéramos sólo voces en su cabeza.

No lo tomes tan apecho.

-Yo creo que debería de reconsiderar sus modales, porque les aseguro que otro arrebato como el de hoy en la mañana y definitivamente buscaré otro lugar para vivir.

Creo que es momento de que hablemos con él, en la casa ya no hay más habitaciones, eso ya parece una vecindad

Es cierto, dos noches me vi durmiendo en el sofá porque todas las habitaciones estaban ocupadas.

-Los comprendo, un día tuve que compartir recamara con Ronald, pues en el sofá estaba Ronald, y el muy desconsiderado hablaba en sueños, ¿saben qué pienso?, creo que está enloqueciendo.

Hay que considerar cierta esa teoría, jamás habíamos sido tantos en la casa.

Sigue inventando excusas para que aceptemos a los nuevos.

-Y el nuevo inquilino es una pesadilla, el infeliz se acabó el agua caliente, tuve que bañarme con agua fría.

Y ni qué decir de su comportamiento tan extraño.

No recuerdo su nombre.

-Se llama Ronald, me agrada su nombre, pero él es alguien muy complicado.

Ronald, apresúrate con ese americano, ya tenemos que irnos o no alcanzaremos a Ronald antes de que se le olviden las diapositivas para la junta, creo que no sabe que las dejó en la cocina.

Así que tuve que apresurar mi café, no sin percatarme de que todos nos miraban intensamente, supuse que era porque Ronald no se había rasurado.

jueves, abril 29, 2010

Un café... V

Un Café Desconocido

Gaby esperaba que el cambio de escenario la ayudase a decir lo que desde hacía tanto tiempo  ocupaba su mente. Por otro lado, Juan iba intimidado de haber escuchado aquella frase tan temida por el género masculino:

Tenemos que hablar

Le había dicho Gaby una mañana con tono serio y había salido de la habitación sin esperar una respuesta negativa que Juan tardo en dar.

El lugar era acogedor, y era una fortuna que se encontrara lleno, pues así su conversación sería difícilmente escuchada y es que Gaby tenía tanto qué decir.

La mesa se encontraba casi en el centro, pero no importaba, ahí sólo eran una pareja mas de tantas que llenaban el lugar.

-Americano, por favor- pidió Gaby.

-Descafeinado para mí- pidió Juan.-Es bonito el lugar- comentó.

-Sí, es agradable- convino Gaby.

Trajeron la orden y ambos comenzaron a beber en silencio, Gaby viendo al hombre con que se había casado, aquel del que creía estar enamorada hasta el final, pero que con el paso del tiempo se había convertido en algo sumamente aburrido, muy diferente a lo que ella había conocido, mientras que Juan hacía un análisis rápido de su comportamiento de las últimas semanas tratando de adivinar el punto en el que había fallado, pasando desde el asiento del baño y la pasta de dientes destapada, hasta rompiéndose la cabeza en tratar de encontrar alguna fecha importante olvidada.

-Está muy bueno el café, ¿no te parece?- dijo Gaby mirando el lugar con ojo crítico sin ver a su acompañante.

-Sí, no muchas veces encuentras un lugar con un buen ambiente y que se jacte de servir un buen café.

-¿Por qué lo pediste descafeinado?, Juan- preguntó Gaby sin darle mucha importancia.

-Últimamente lo he tomado así- respondió Juan con tono vano, del mismo modo en que Gaby lo había preguntado-, noto que de esta forma no sufro de tanto estrés.

-Y ¿Por qué no lo habías dicho?- preguntó Gaby poniendo ahora toda su atención en Juan- de haberlo sabido, por las mañanas te lo serviría así.

-Siempre que bajo a la cocina, el café ya está preparado- contestó Juan mirando a la mujer que era su esposa, sorprendiéndose de mantener una conversación que si bien era superficial, también era agradable-, me parecía una grosería pedirlo de otro modo cuando ya lo habías preparado.

Gaby sonrió a Juan como no lo había hecho antes, le agradó que tuviera esas consideraciones para con ella.

-Entonces ¿quieres que de ahora en adelante en la cafetera sólo haya descafeinado?- preguntó Gaby amablemente.

-No- dijo Juan y sonrió al ver el rostro contrariado de Gaby, deslizó su mano por la mesa y tomó la de ella-, en realidad no. Lo que en verdad me gustaría es prepararte el desayuno algunos días. Me encanta cocinar.

-¿De verdad?- preguntó Gaby contrariada. Ambos se miraron sorprendidos de encontrarse casados sin conocerse en verdad.

Gaby se daba cuenta ahora que su esposo podría pasar como un verdadero caballero, y Juan se percataba de que su esposa lo procuraba preocupándose por sus gustos y preferencias.

-Creo que tenemos un serio problema- sentencio Gaby mirando la mano de Juan sobre la suya.

-Uno que podríamos superar ahora que lo conocemos- afirmó Juan acariciando la mejilla de Gaby.

Ambos se miraron a los ojos sabiendo que con el tiempo serían felices, pues no había hecho falta otra cosa para entender el rumbo de sus pensamientos que el solo mirarse las manos entrelazadas.

-¿De qué querías hablar?- preguntó Juan aún temeroso de la respuesta, pero decidido a enmendar algún error cometido por su parte.

-De la forma en que prefieres el café- contestó sonriendo Gaby.

miércoles, abril 28, 2010

Un café... IV

Un Café Perfecto

La cafetería no era grande, pero era acogedora, con paneles cafés y cuadros con colores cálidos, como si todo el lugar estuviera hecho del mismo grano del café. El olor era embriagador y muy hogareño y él, tan alto e imponente como siempre. Yo temblando de pies a cabeza y tratando de que mi rostro no se deformara en una mueca de gusto alucinante.

-Siéntate, nena- dice mi jefe ubicándose detrás de la silla, como lo hacen los caballeros en las películas.

Me siento torpemente y le sonrío nerviosa.

-Hemos trabajado juntos durante un año- comienza a decirme mi jefe después de que pidió dos capuchinos-, eres una chica muy responsable y muy bonita.

-Gracias- murmuro entre dientes y poniéndome colorada hasta lo imposible, pero él, como buen caballero, lo ignora.

-Me sentí con la confianza de invitarte un café, nena, y espero no lo tomes a mal.

-No tengo por qué hacerlo, no se preocupe- le dije tomando mi café, el cual temblaba en mi mano y me arrepentí de haberlo tomado.

-Gracias nena, y el motivo de que te haya invitado, primeramente es para celebrar un año de trabajo, en el cual te has desenvuelto muy bien- comienza a decir tan propio, y me pregunto si estoy lista para lo que me dirá, algo que he estado esperando desde hace meses-, el segundo, es porque veo que eres muy madura y responsable aún a tu corta edad, me inspiras mucha confianza.

Si siguen los halagos, tendrán que rosearme con una manguera, creo que mi piel va más allá del color escarlata normal.

-Mira nena- continua después e un momento en que saboreó su café, siempre es tan bien portado, parece que sus modales fueron adquiridos del siglo XVII-, espero que no me lo tomes a mal, pero hay algo que quiero pedirte.

Me mordí la lengua para decirle que tomara lo que quisiera, en vez de eso, sólo le sonreí incapaz de decir algo coherente.

-Creo que nadie me entenderá mejor que tu en algunos problemas que tengo- dice poniéndose por primera vez nervioso-, sé que tu respuesta puede cambiar para siempre mi vida y trataré de aceptarla y comprenderla cualquiera que sea.

Me mira nervioso, yo bajo la mirada avergonzada con el corazón latiéndome con fuerza en el pecho.

-Dígame- le digo para infundirle un poco de valor.

-Mira, mi amor, tengo una hija de tu edad- me vuelve a dirigir una mirada nerviosa, pero al mismo tiempo esperanzado-, no me lo tomes a mal- volvió a pedir, ¿cómo podría hacerlo si es algo que yo estaba esperando?, negué en silencio sosteniéndole la mirada-, mi hija quiere casarse con su jefe, él bien podría parecer su padre y me pregunto ¿hay algún motivo para que me preocupe o impida la boda?, te lo pregunto porque quiero ser objetivo y no caer en conclusiones predeterminadas por una sociedad, que ahora ya no son tan validas.

Lo miro parpadeando tratando de comprender lo que acababa de decirme, bajé la vista y tomé el café que ya no temblaba, para ganar tiempo y saber qué contestar.

-Bueno, en realidad hay muchos factores- dije tratando de hurgar en mi cabeza y saber por qué no entré en estado de shock-, yo no sabría decirlo- el aún esperaba, respiré hondo y me calmé tanto que hasta pude desenvolverme mejor- usted conoce a su hija, y creo que siendo educada por usted, debe de ser muy madura al tomar sus decisiones. Tal vez en verdad se amen y puedan formar un futuro juntos, y si no lo logran, déjela saber que usted la apoya, que sabe que puede cometer errores, pero que si esta dispuesta a corregirlos usted la apoyará, así ella considerará sus opciones y tal vez no tome una decisión precipitada.

Era increíble que hablara tan fluidamente y que no me sintiera descorazonada por ver mis ilusiones rotas, pero es que a cada momento me percataba de que él era el hombre perfecto, no le añadiría nada, incluso sería maravilloso mantener una relación de amistad, pues su moderación te dejaba satisfecha sin exigir más de lo que él daba amablemente.

Me miró agradecido, lo pensó un rato y continuamos hablando toda la tarde, como amigos, como compañeros. No hizo falta que me tomara de la mano, pues sus palabras acariciaban de forma tan dulce que cualquier contacto hubiera minado el efecto perfecto de sus palabras.

Así fue como conocí a mi alma gemela.

martes, abril 27, 2010

Un café... III

Después de días de no escribir publico el tercer capítulo de “Un café”, pero este requiere de una pequeña introducción:

Está inspirado en un hecho real con personajes reales, al protagonista no lo conozco muy bien, pero me agrada y obviamente oculto su verdadero nombre. Este relato refleja de fondo un problema que no puedo aceptar y creo que la sociedad no puede permitir discriminaciones de ningún tipo, es lo que menos soporto del comportamiento humano: Si vas a odiar a alguien, que sea por un motivo valido, no por el color, raza, condición social, condición física, gustos o preferencias sexuales.

Lamentablemente el final aquí mostrado fue muy diferente a como en realidad pasó, pero me pareció justo, que en un mundo en que puedo manipular las cosas en cómo debiera ser lo hiciera, algo así como un homenaje.

Café decisivo


Entramos al establecimiento, podía ver cuán incomodo se sentía, pero era un intento de hacer que todo lo tomara con más calma, además, después de lo que acababa de ocurrir, en verdad necesitábamos hablar.

Con paso veloz, Javier escogió la mesa de un rincón y vio con aprehensión a una chica solitaria, la cual ni siquiera nos dirigió una mirada. Yo lo seguí pegado a su espalda y me senté a su lado, él de inmediato estableció un muro entre los dos.

-Un americano y un mokka, por favor- ordenó Javier sin siquiera mirarme. La mesera apuntó la orden de  forma monótona y yo suspiré preguntándome si algún día Javier lo aceptaría. Si algún día se aceptaría.

-¿Qué piensas, Javier?- pregunté algo exasperado ya que ni siquiera se molestaba en mirarme.

-Nada- contestó en un murmullo-. Está muy lleno.

-¿Y?-

-No debimos haber venido, es mejor que nos vayamos.

-¿Cuál es el problema?- pregunté con voz alta viendo que él hablaba en susurros. Primero me miró indignado, después furioso.

-Tal vez tú estés listo para afrontarlo, pero yo no, quiero que respetes mi decisión.

-Si, yo también pido respeto para mí- hablé más molestó a cada instante, ahora la ofensa me fastidiaba más porque con su actitud él la respaldaba-. Que la recepcionista me discriminara por mis preferencias a ti sólo te indignó por el hecho de que esa estúpida te señalará, ¿qué hay de mi?, en todo esto yo soy el ofendido y lo peor es que tú respaldas esa actitud con tu comportamiento.

-Damian- habló con los dientes apretados-, quieres bajar la voz.

-¿Por qué habría de hacerlo?- en verdad estaba molesto- si el que tiene problemas de aceptarse eres tú, no yo. Tu habla en susurros, pero a mi no me avergüenza quién soy. Me molesta que no seas lo suficientemente valiente para defender quién eres.

-No es fácil para todos, Demian- ahora ya no cuidaba su tono de voz, comenzaba a enfurecerse. Esto no podía terminar bien, pero era demasiado para aguantarlo y no estaba dispuesto a ceder-, algunos no podemos ir por la vida recalcando cosas que nos avergüenzan…

-¿Te avergüenzo?- no lo podía creer, aquellas palabras dañaron demasiado-, creí que el problema eras tú y no yo, no entiendo si te avergüenzas tanto de mí, ¿porqué me pediste que saliéramos?, ¿nos vamos a esconder todo el tiempo? No estoy para juegos.

-¿Qué quieres que haga?, así soy.

-No, con esa actitud nada, pero esperaba que me estimarás lo suficiente para que me eligieras a mí antes que el resto- traté de calmarme cuando la mesera trajo las ordenes, tomé el mokka y le dí un gran sorbo, esperé a que el digiera algo, pero sólo permaneció con los ojos clavados en la mesa y muy cohibido-. No tengo porqué aguantar más discriminaciones si con la sociedad ya tengo suficiente, con personas que no usan su cerebro como para ahora sufrirlo también por tu parte. Me gustas mucho Javier, pero no estoy dispuesto a pagar por tu cobardía. Cuando te aceptes a ti mismo y tengas la voluntad de defender quién eres, llámame que es algo que me gustaría celebrar.

Dejé dinero sobre la mesa suficiente para pagar los cafés y propina y me levanté. La indignación, la impotencia, y la tristeza se agolparon en mí, pero estaba decidido a no soportar más discriminaciones por parte de nadie, incluso por Javier.

Apenas había dado dos pasos cuando una manó aferró la mía. Me volví sorprendido, era él, Javier. Un brillo extraño había en sus ojos: Decisión y nerviosismo. Incluso fui conciente del temblor en su mano, pero la aferré sin pensarlo, y ahí de pie junto a la mesa y con la mirada de todos me besó. Fue breve, pero lo importante fue que lo hizo. Me arrastró hacía la mesa y sin soltar mi mano tomamos asiento. Yo no había recuperado el habla, mi corazón amenazaba con salirse del pecho y ni siquiera me atrevía a pestañear por si todo había sido una ilusión, Javier, tratando de comportarse lo más naturalmente tomo mi mokka y comenzó a beberlo con una sonrisa en los labios, de seguro, por la expresión en mi rostro. Volví a respirar cuando el me guiñó un ojo, supe que por fin había elegido.

jueves, abril 22, 2010

Mal día, Mala semana, Mal mes

Muy mala semana, ¿alguna vez han tenido una? (¿pero qué pregunta?, obvio que todos han tenido semanas malas), bueno esta es la mía y todavía no termina.

Imagínense un conteo como el del Aro (si, la vi, mi hermana me obligó) y empezamos:
 
Día 1: Lunes

Parecía un día normal, todo iba bien y pensé que me iba a ir bien, pues el sábado había adquirido 6 libros, oh si, SEIS a un súper precio en los que figuran: La importancia de llamarse Ernest y De Profundis de Oscar Wilde, Hamlet de William Shakespeare, El perro de los Baskerville de A. Conan Doyle (si, sobre Sherlock Holmes y me voy a hacer fanática), Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll y Don Juan Tenorio de José Zorrilla, ¿qué más puede pedir una?, en la librería me sentí en mi paraíso personal, incluso Tiffa se emocionó comprando, claro, no tanto como yo que andaba dando de saltitos y babeando todo el piso por los títulos que había y el precio (el cielo para Tiffa es un lugar con mucha comida y dulces), y bueno, prácticamente estoy leyendo uno por día.

Todo iba bien, pues en mi trabajo me puse a leer (no hago mucho, creo que ya lo había mencionado: me pagan por leer y escribir, y sería el trabajo perfecto si mi oficina tuviera al menos una ventanita), pero a la hora de la comida todo se descompuso, no había muchas mesas vacías y mis queridas amigas de recursos humanos se sentaron cerca de mí y yo con una moquera pues me había enchilado con mi comida que no me dejaba y ni para sonarme mi nariz a gusto, pero bueno, era una hora nada más y lo soporté, pero de vuelta a la oficina me piden ayuda para etiquetar unas prendas, pues a la mayoría del personal se le ocurrió faltar el lunes y yo tuve que suplantarlos, cuatro horas de pie en zapatillas es suficiente motivo para maldecir mi calzado y si a eso le añadimos el calor infernal de los últimos días y el hecho de que retrasaron mi lectura de Alicia en la parte más emocionante, bueno, es suficiente para considerar el lunes como un mal día.
 
Día 2: Martes

Martes 20, MARTES 20 de abril, la desgracia mayor de la semana y de la cual aún no me recupero: MUSE. Muse vino y no fui a su concierto, en su lugar estaba en mi cuarto escuchando su música a todo volumen y hasta yo misma me dí lástima, ahí, tirada en la cama mientras miles de fans los oían en vivo y todo por mi desidia de no conseguir los boletos a tiempo y cuando ya iba no había, muy frustrante y es lo que más me duele de la semana. Este hecho es para poder decir que todo abril fue un asco.

Día 3: Miércoles

Yo no era adicta al café. En el CCH tenía la costumbre de todos los días en segundo año, tomar un café con unas emperador, pero no era adicta, pues cuando pase a quinto semestre no me dolió dejarlo, ya que la cafetería quedaba lejos del edificio en que me tocaba la primera clase. En esos tiempos no importaba qué marca de café consumiera, para mí todos eran iguales, pero ahora todo ha cambiado, desde que entré a trabajar volví a tomar café, no me había dado cuenta de que era adicta hasta que un día se me acabó y olvide comprar, en su lugar me hice un té de manzanilla, pero en la tarde me comenzó un leve dolor de cabeza, total ni le hice caso, aunque no es común para mí sufrir de dolores de cabeza.

Llegué a casa y el dolor aumentó, pero no tomé nada, pues lo atribuí como consecuencia del maldito calor, me dí un baño con agua fría y me fui a dormir, pues por lo regular así se me pasan. Pero no. A la mañana siguiente el dolor continuaba y comencé a sentirme ansiosa, de esas veces en que siempre tienes alguna extremidad moviéndose a un ritmo frenético y constante.

De nuevo se me olvidó abastecerme de café y ahí va otro té de manzanilla, pero el dolor continuaba, total que para la noche me preparé un café y tras las protestas de mi familia porque en mi taza agregué tres cucharadas de café ni cinco minutos pasaron cuando el dolor de cabeza cedió.

Tal adicción no me preocupó, pues no es difícil de satisfacer, solamente no hay que olvidar abastecer tal droga todos los días.
 
Bueno, pues el miércoles se me acabó mi café y previniendo otro dolor de cabeza, ese mismo día me dirigí a comprar más provisiones. Para empezar no había de la marca que acostumbro tomar, pero como yo nunca había percibido la diferencia entre una y otra, compré de otra marca, y yo iba bien feliz con mi gran envase de café y me preparé uno en ese momento, y Ewww!!!!, sabía y aún sabe horrible, no sabe concentrado y ese saborcito amargo detrás de lo dulce no está (oh si, me encanta el café muy cargado y bien dulce. Si, estoy loca. Mi madre y todos saben que no degusta lo amargo, así que lo endulzo bastante y ese saborcito que toma cuando lo amargo y lo dulce tratan de equilibrarse en una bebida me encanta, de hecho extraño los de la facu, pues el americano de ahí si que es amargo), sabe a carbón, porque ni siquiera sabe a café propiamente, es un asco y compré mucho y aún sigo maldiciendo.

Concluyo que es malo volverse adicta al café, pues antes todos me sabían bien y ahora es frustrante saber la diferencia entre unos y otros y lo peor es que me lo tengo que acabar, pues no tengo para comprar más por ahora y no quiero sufrir de dolor de cabeza, y ni siquiera quiero intentar dejarlo pues no soporto el malestar y la ansiedad que provoca. Rayos!!, yo era feliz siendo adicta a la música, películas y libros, y ahora uno más que me hace sufrir.

Para empeorar esto, ese mismo día leí la reseña de Los Hombres que no aman a las Mujeres, de Larsson, e incluso en la página oficial esta de muestra el primer capítulo. Yo había oído solamente de la película la cual no me había llamado mucho la atención, pero ahora seguro que la voy a ver. Total, leí el capitulo 1 y me dejó bien picada y ahora me siento frustrada por no tener suficiente efectivo para adquirirlo, y además son tres y lo mejor (o peor porque aumenta mi frustración), trata de una Hacker de mi edad y con mi personalidad (antisocial, y rara e incluso, tal vez loca), algo con lo que soñé en los primeros años en la facu y bueno, ahora estoy ansiosa con un café de miér… coles (fue el día en que lo compré). Un mal día definitivamente y aún sigo lamentando haberme perdido el concierto de Muse.
 
Día 4: Jueves
 
Me dio el típico insomnio, pero ya estoy acostumbrada, vi Las Aparicio por Internet, pues me interesó la serie que se me hace interesante pues muestra a mujeres que tiene autoestima y no es la típica novela con el príncipe azul, además de que se ve a un grupo de abogados machistas y me encanta gritarles cosas insultantes, me siento mejor ya que el café sabe realmente mal.

Dieron las cero horas, yo no tenía sueño y como no pude acabar de leer El perro de los Baskerville me puse a terminarlo, pero dieron la una y mis ojos, aún con los lentes, comenzaron a arderme, así que no había modo de continuar y decidí intentar dormirme, pero nada. Puse la película de los Hermanos Grimm, la cual pensé que iba a estar buena pues sale mi guasón favorito, pero NOOO, es un asco con unos efectos especiales y una historia para retrasados mentales, total que a las dos apagué mi lap aún más frustrada y sin sueño. No sé a qué hora Morfeo se digno a visitarme pero soñé con un enorme perro, con Sherlock corriendo y yo era Rapunzel con mi enorme greña enredada y sin un bendito cepillo (patético), pero bueno, vengo a trabajar y me preparo el horrible café, y mientras lo tomo tratando de ignorar el sabor escucho en la radio que el café y el chocolate, por contener cafeína propician la aparición de cáncer. G-E-N-I-A-L.

De por sí corro el riesgo de sufrirlo pues no planeo tener hijos nunca en la vida y ahora salen con que mi nueva adicción y el bendito chocolate me ponen más en riesgo. Aquí es cuando digo: si de por sí voy a morir, no me voy a privar de ciertos placeres, porque aunque hay una remota, MUY remota posibilidad de dejar el café, nunca de los NUNCAS dejaría de comer chocolate, así que voy a ahorrar para mis quimioterapias o de plano conseguir un veneno parecido al de Romeo para morir rápido y sin dolor (conste que no soy emo, sólo lo haría para ahorrarme un sufrimiento que de por sí va a matarme)

Así que ahora, siendo exactamente las 10:53 AM, hago un análisis de lo horrible de la semana y lo único que me queda es concentrarme en mis lecturas que es lo único que hacen que valga la pena levantarme de la cama (aunque podría leer acostada, no me pagan por hacerlo en mi casa y este sábado quiero hacer mas adquisiciones), espero que la semana mejore y espero poder publicar el próximo capítulo de Un café, pues ya lo tengo, pero como no he podido hacer la ilustración, supongo que volveré a usar una de la red (prometiste hacerlas. LV, cállate. Pero si hasta levantaste la mano derecha. Shhhh). Ahora voy a dejar que Ann saqué un poco de la frustración que me embarga.

PD. Esto puede empeorar, pues ahora empiezo a moquear y a estornudar más de lo normal. ¡Odio el sol!

PD 2. No sé si moqueo por lo del concierto, por el café o porque de verdad me va a dar gripa. Gracias Universo.

lunes, abril 19, 2010

Un café... I

¿Qué tan patético sería decir que no he publicado nada porque no tenía la ilustración para mi relato de "Un café" y que ahora que lo tengo no lo he podido meter a la lap?

Pero es justo lo que voy a decir: No había publicado nada porque este fin de semana hice la imagen, pero no he podido meterla a mi lap, dígase por flojera, porque no he instalado el escaner, porque no le he tomado siquiera una misera foto, pero no importa, yo sé que en cuanto la tenga la subo, pero por ahora no quiero privarme de publicar, pues ya llevo escrito otros dos capítulos y me desespero de que no he podido publicar el segundo... que en realidad es el primero, así que aquí se los dejo.

Café suicida


-Por favor no lo hagas- me rogó con una cara que pensé que ya era mi funeral- no podría vivir sin ti.

-¿Y por qué demonios no lo dijiste antes?- pregunté impactada por tal confesión.

-Me arriesgaba a que no saltaras.- se encogió de hombros y me dio la espalda.

-Tienes razón, lo siento, fue una pregunta estúpida.

-Bueno, la situación lo amerita, entre acciones estúpidas, ¿porqué no preguntas estúpidas?

Miré hacía el vacío, se veía toda la ciudad. Genial, si no me suicidara elegiría el lugar para pasar todas las tardes.

-¿Vas a saltar o no?- me preguntó con voz cancina, como si me demorara en elegir un par de zapatos… bueno no, libros.

-Tengo derecho a tomarme mi tiempo- me quejé ante la presión.

-¿Tardará?, no eres la única que eligió el lugar para saltar- me dijo impaciente.

-Oye amigo- le dije algo molesta- llegué primero de acuerdo, porque no eliges otro lugar, el segundo piso del periférico tal vez.

-No tengo auto.

-No importa, si fueron a la inauguración personas que ni siquiera contaban con automóvil, tú no te veras mal.

-Podría saltar después de ti, o los dos al mismo tiempo- me propuso.

-¿Estás loco?- pregunté indignada, aquel era mi momento de gloria y ningún desconocido me lo iba a arrebatar- además ni siquiera es por la misma causa, sería patético que encontráramos compañía cuando tratamos de suicidarnos, donde está el significado de la acción.

-¿Significado?- me dijo alzando las cejas- a qué te refieres, si dentro de… mmm… una hora tal vez vas a ser una mancha sangrante en el pavimento, ¿Qué significado puede tener eso?, nada, sólo un cadáver mas deshecho a mitad de la acera, a menos que al caer formes una palabra o algún tipo de expresión, lo cual dudo mucho, tu muerte no significará nada, puesto que mueres por nada.

Maldición, tenía razón. Mire hacía el vacio pensando en qué forma debería acomodar mi cuerpo para que tomase algún tipo de forma, o expresión. Algo muy difícil.

-¿Y tu genio del suicidio, qué significará tu muerte?- pregunté, ya que no podía rebatir su lógica.

Sin más, con la cabeza señaló el edificio de enfrente, había una lona que rezaba:

“Estoy aburrido. Me largo”

-No inventes, es toda una oda al suicidio- dije mirándolo de frente. Caray, era bien parecido- disculpe mi ingenuidad, pero si me presta algún plumón escribiré sobre mi blusa “te esperas hasta que se me dé la gana”

-¿Y no te preocupa aterrizar sobre un excremento de perro?- pregunto cuando le di la espalda para seguir mirando hacia abajo.

Eso era pensar en todo. Trate de pasar eso de largo.

-No me gustaría que lo que quedará de mi rostro fuera fotografiado mostrándolo encima de algún tipo de porquería.

-Está bien, salta tu primero si con eso logro callarte- dije cediéndole el lugar.

-Te invito un café- dijo tomándome por el brazo.

-Así que no te basta con impedir mi suicidio, si no que hasta eres capaz de coquetearme con tal de lograr lo que quieres.

-No coqueteo contigo- me afirmo como si fuera algún tipo de retrasada mental- soy homosexual y a menos que tú seas un travesti, lo cual dudo mucho, no me interesaría coquetearte.

Ok, eso era suficiente, ahora si me arrojaría.

-No soy homosexual- afirmó después de burlarse de mi expresión-. Vamos, mañana puedes venir y saltar- me animó- ¿qué es un día más si ya tomaste tu decisión?

De acuerdo, al fin ya hacía frio y la falta de cafeína dormía mis instintos suicidas.

-No ibas a saltar- me aseguró cuando hube ocupado mi lugar.

-¿Cómo puedes saberlo?, claro que lo iba a hacer.

- Te vi desde que te paraste en la orilla de la azotea, como sabes estaba aburrido y miraba por la ventana esperando captar algún objeto no identificado cuando te encontré. Después de media hora mirándote sin hacer ningún movimiento el aburrimiento volvió a atacar, así que decidí que era hora de que te movieras de ese lugar.

-¿Sabes qué?, en cuanto termine mi café voy a lanzarme por esa azotea.

-¿De noche para que piensen que estabas alcoholizada?

-No me importa.

-Ahí hay muchas ratas.

-No le temo a las ratas.

-Y arañas.

-Mañana voy a saltar para que todo mundo me vea- concluí bebiendo de un solo trago mi café.

PD. Obviamente la imagen no es mía, pero en cuanto la capture la cambio... aunque he de admitir que esa me gustó más.

sábado, abril 17, 2010

Super MAKyLV

Hoy era para no poner otro post que el primero de la serie de “un café”, pero luego por ciertas situaciones me encontré escribiendo un post quejándome como siempre, pero cuando lo terminé y lo releí me di cuenta de que tenía demasiadas malas palabras como para ponerlo aquí y es que no me gusta el lenguaje altisonante, considero más sabio insultar a las personas con una lengua que apenas entiendan (ja, y luego me quejo de que no sé comunicarme, cuando ahora veo que es Ann o Karolina), ya saben, como en el francés, los insultas y que se oiga tan bien para demostrar superioridad.

Pero muy a mi pesar creo que sé cuál es el problema de fondo: Yo (e integro en el paquete a Karolina, Ann y La voz, oh si, tu también LV, porque por seguir ciertos susurros tuyos me he metido en problemas en los cuales hay siempre dos posibilidades: primera pierdo yo, o segunda, pierdo yo), porque aunque a veces creo que alguien de mis antepasados se portó muy mal con una bruja cuya maldición aún sigue surtiendo efecto, también estoy consciente de que algunos problemas bien podría evitarlos, pero bah!, me gusta la mala vida.

No sé de dónde rayos saqué mi maldito complejo de Clark Kent o Harry Potter o algún otro prototipo de súper héroe y ¿saben cuál es mi kriptonita que muchas veces por poco me mata? (conste que les digo mi punto débil con la esperanza de que si lo leen, pues no me conocen, así que no supone un gran riesgo), alguien que necesite protección o ayuda (patético, lo sé), basta con que me pongan una cara de “cómo sufro” o “necesito ayuda” o algo parecido para que mi instinto de heroína despierte y me transforme en un clon de la Santa Madre Teresa de Calcuta fusionada con terminator y un espartano soldado salido de la película de 300 para que me disponga a ayudar.

¿Creen que es algo bueno?, pues NO, porque (bueno, tal vez no sé elegir a quien ayudar) por lo regular siempre termino metiéndome en problemas por mi linda boca, y los aceptaría de buen agrado si el objetivo final se logra, si al final se ayuda al necesitado, pero nunca es así (por lo menos conmigo), porque un 90% de las veces terminan escupiéndome en la cara.

Esto, sinceramente es algo que me purga, y créanme que es una de las cosas que hace que me maldiga a mí misma, y es que no basta una experiencia, yo no aprendo, me enca… nija ese comportamiento y prometo dejar que todos los demás se rasquen con sus propias uñas, pero nooo, siempre caigo como una reverenda inepta a la siguiente llamada de auxilio y de nuevo saco la capa y las botas de cuero para lanzarme a otra estúpida aventura en la cual, la única que pierde soy yo, y después termino con unas agruras que duran una semana por volver a caer con la misma piedra (y yo que me quejaba de la falta de ingenio del guionista de Smallville)

Ahora me pregunto: ¿Me creerían mis otras yo si juro que es la última vez que trato de ayudar a alguien sin importar quién sea?, ¿debo de preocuparme porque algún súper héroe también habite dentro de mí lo que lo convertiría en otra voz?, ¿es La Voz que se hace pasar por otra voz para torturar a Ann a través de mi?

La conclusión a la que puedo llegar, aparte de que yo podría evitarme muchos problemas, es que cuando uno tiene un problema grande se centra demasiado en eso que ni siquiera es capaz de ver cuando alguien más lo trata de ayudar, y como están ciegos para ver otras soluciones, piensan que nos negamos a hacer lo que quieren sólo para fregarles más la existencia, aunque su solución pueda agrandar más el problema.

Por lo regular yo tomo una filosofía medio hippie frente a dificultades muy grandes (una cosa es que la sepa y otra muy distinta llevarla a la práctica, pero saberla aligera la carga):

1. Si el problema tiene solución, ¿para qué te preocupas si tiene solución?

2. Si el problema no tiene solución, ¿para qué te preocupas si no tiene solución ni yendo a bailar a Chalma?

3. En conclusión (una enseñanza de mi maestro de biología del CCH, de esas que valen oro) NUNCA TE PREOCUPES; OCÚPATE.

PD. Tal vez ayude el ya no ver nada que tenga que ver con superhéroes, o bien tomar la actitud de Peter Parker en Spiderman 2, cuando decide dejar de ser Spiderman… ¿qué paso con lo de olvidar a superhéroes?... ¡rayos y centellas Batman!…

… de acuerdo, simplemente no tengo remedio.